martes, marzo 21, 2006

Good bye, Vietnam!

No quieren aceptar el hecho de que están enfrentándose a un hombre que es un experto en la lucha de guerrillas; ese hombre es excepcional con armas de fuego, con el cuchillo, con sus propias manos, un hombre que está entrenado para ignorar el dolor, las condiciones climatológicas, vivir de lo que da la tierra, comer cosas que harían vomitar a una cabra; en Vietnam la misión de mis hombres era eliminar a cientos de enemigos. ¡¡MATAR!! ¡Punto! Matar o morir... y Rambo era el mejor.
Coronel Truman

Ya han pasado 30 años desde que finalizó la guerra de Vietnam, o la guerra americana como la conocen los vietnamitas. Desde entonces, este estrecho país del sureste asiático ha experimentado grandes cambios. Quizás el primero, y a decir por la experiencia de Rambo, la comida ya no está tan mala.

El turismo de Vietnam gira en torno a la guerra ¿que sé de Vietnam? Poco, la verdad. Un país con una historia de 4000 años, arrasada de un plumazo por la guerra y agentes de todos los colores, naranja, amarillo, violeta...Todo lo antiguo se lo llevo el viento, y el estruendo de las bombas cuando tocan tierra. La guerra trajo consigo horror y destrucción. Arrasó con todo lo viejo, un legado de más de 4000 años de historia y dejó espacio para lo nuevo y un macabro recuerdo. Recuerdo que vive todavía en las mentes de los mayores, en documento gráfico en algún museo, en forma de túnel o de trinchera en algún viejo campo de batalla convertido en atracción para los forasteros.


Iván, Yann y yo en plan giri, en uno más de los archiconocidos túneles

Tras el hueco que deja la ocupación japonesa a fin de la Segunda Guerra Mundial, Francia trata de recuperar su antigua colonia en el sureste asiático formada por Vietnam, Laos y Camboya. Ese territorio ficticio que los franceses dieron en llamar Indochina. Siguiendo a su líder Ho Chi Minh, los vietnamitas proclaman su independencia tras la batalla de Din Bien Fu, o el desastre de Din Bien Fu, como lo conocen los franceses.

Sin embargo, el país queda divido en dos estados: uno, el del Sur, monárquico y gobernado por el antiguo rey; y el otro, el del Norte, gobernado por el líder comunista Ho Chi Minh. En plena guerra fría Estados Unidos y Rusia deciden echarse un pulso en Vietnam. Tomando la tesis del efecto dominó como pretexto, los EEUU desembarcan en 1967 en el Sur con el fin de defender la expansión del Norte y reunificar el país. El Norte también persigue el mismo objetivo, la unificación. La diferencia crucial, quién manejará los hilos después. El resto de la historia ya la conocemos todos...

Sin embargo, la historia no acaba ahí. En 1975, termina la guerra americana en Vietnam, pero al poco los vietnamitas tienen que hacer frente a la expansión de Camboya en el sur, con su sanguinario líder Pol Pot al frente. Esta parte quizás sea menos conocida, porque todo lo que sabemos de Vietnam nos ha llegado a través de la cultura popular americana: principalmente cine y literatura.

El pasado fin de semana, cogimos los macutos y nos plantamos en plena jungla, de asfalto y motocicletas. La oportunidad del viaje llegó como llegan las buenas nuevas, sin previo aviso. Aunque nunca tuve en mi mente visitar la ex-colonia francesa, al menos no tan pronto, la oferta era una de esas que ocurren una vez cada mil años. Viaje de ida y vuelta por menos de 100 euros, no se podía dejar escapar.

¿Qué sabemos del Vietnam de hoy en día? Después de haber estado allí, lo primero que sé es que ya no se come tan mal. Ni de lejos las cosas que comí harían vomitar a una cabra. Incluso esas aparentemente asquerosas bananas mezcladas con arroz y judías rojas, envueltas en hojas amarillas, sabían bien, cuando menos eran digeribles. Capítulo aparte merecen las patatas fritas con carne, legado supongo de su etapa como colonia francesa. La verdad, me quedé con las ganas de probar algo más genuinamente vietnamita, no por falta de atrevimiento, sino de oportunidad. Eso sí, el café, aunque no de grano de calidad, bien tostado y bien rico. Mejor que cualquier mal buen café que se pueda tomar en un Starbucks. Y es que no hace falta viajar a Vietnam para tomar café vietnamita. Vietnam, es hoy día, el 3 mayor productor mundial de café. Probablemente nuestro café Marcilla de cada día, así Dios lo quiera, sea vietnamita y no colombiano.

Conglomerado de plátano, arroz y red-beans; para estomágos viajeros

En el Museo de la Guerra y en el Palacio de la Reunificación descubrí un dato revelador: España participó en la guerra de Vietnam. Lo dicho, entre las estadísticas de soldados americanos, coreanos, australianos y filipinos, figuran entre ellos - para que así atestigüen todos los ojos - España, con la ridícula cifra de 12 soldados - y para mofa del bando aliado - . El dato me sorprendió al principio, la primera vez lo oí de boca de un excombatiente filipino convertido en guía turístico: "Vinieron de todos los países: americanos, australianos, españoles..." Y así, por simpatía o parentesco lejano, somos convertidos automática e instantáneamente en amigos del malo de la película. La verdad es otra, y muy interesante...

En 1967, Johnson (o el becario de Johnson) pidió a Franco el envío de personal militar médico al sur de vietnam. Aunque en una interesantísima carta Franco (o el becario de Franco) rechazó la idea, no dejó por ello de complacer los intereses estadounidenses y trasladó en 48 horas a 12 soldados, que se encontraban en aquel momento desempeñando funciones en pleno desierto saharaui, al delta del Mekong. Allí se asentó un hospital militar que atendía las necesidades hospitalarias tanto de combatientes aliados como de civiles. De hecho, el 70% de las intervenciones fueron realizadas a civiles. Pero ahí figura esa ridícula estadística, esa verdad sin calificativos, en pleno museo, sin ningún pie de página. Ya se sabe, las estadísticas son como los bikinis: ¨sugieren mucho pero tapan lo más interesante...¨ Por cierto, en 1998, estos doce soldados, llegados como se fueron - en silencio - pidieron al estado un reconocimiento a su labor. El ejecutivo no encontró suficientes méritos en su registro.

Ho Chi Minh me ha sorprendido, me ha dejado un agradable sabor de boca. No es bonita, como casi ninguna ciudad del sureste asiático, a excepción de Hanoi, o al menos eso dicen. Pero me ha gustado, sobre todo por su gente. Aún hoy se ven pocos extranjeros por Saigon, menos de 5000. La gente se sorprende cuando ve a uno de ellos, se sorprende aun más cuando ve a un puñado de ellos. Fijan su mirada en ti, le devuelves la mirada y saludan, a veces también sonríen. Parece que a todos les gusta saludar, como saludan los niños cuando ven un avión volando en lo alto, incluso aunque el avión no los pueda ver a ellos. En sus calles se siente el devenir de la gente, una agetreo incesante, una fuerza constante que vibra y se mueve hacia delante. Es la vitalidad de un país joven que lucha por abrirse futuro, la misma que se respira en China.

Ho Chi Minh, el caos ordenado. Enjambres de motocicletas que vienen y van en una y otra dirección. No hay señales de stop, nadie se para, y nadie tiene tiempo para pararse. Lo mismo ocurre al cruzar la calle. Un paso de zebra son sólo rayas blancas sobre el suelo. No hace falta mirar a ambos lados, basta con avanzar lentamente y los demás se encargarán de esquivarte. Todo se basa en un ejercicio de confianza mutua, en la de los demás y en la tuya propia ¿quién puede así tener miedo?

Subiendo por el Mekong; Vietnam avanza firme hacia el mañana

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

....

WOW, me dejas sin palabras.. no solamente por la chocante noticia de tu escapada a vietnam por 100 euros sin mayor esfuerzo (se nota tu estancia en hk, eh??), sino por el divertido, interesantísimo y bien escrito resumen de tu viaje y la historia del lugar.

Por cierto, "ajetreo" es con jota (para que veas que lo leo todo :D)

Diego Pino dijo...

Corregidos los muchos fallos ortográficos del post. He decidio dejar "agetreo", a modo de homenaje.

Debo empezar a usar el spellchecker. Cada día estoy más convencido de que soy disléxico.

Este artículo estuvo exactamente 1 año entero criando bits de polvo en el tintero digital de mi blog. Por suerte esbozé el artículo al poco de regresar de HCM, por lo que creo que no ha perdido frescura.

Hace poco Stacey me comentó que se iba a Vietnam una semana, exactamente un año después de mi estancia allí, por lo que me decidí a acabarlo y a publicarlo.

Me alegro de que te haya gustado. Yo también me lo pasé genial escribiéndolo. Espero, poco a poco, ir sacando otros post que tengo esbozados.