martes, abril 18, 2006

Mi amigo Masa

A Masahiro, Masa para los amigos, lo conocí el año pasado en Dublín. Los sábados por la mañana solíamos ir a la biblioteca, ILAC Center, donde principalmente japoneses e irlandeses intercambiaban pareceres en una sesión de conversation exchange.

Mucha gente solía pasar por allí de forma esporádica, principalmente japoneses que venían dos o tres semanas a estudiar inglés a Dublín. Masa y yo éramos de los fijos, y con el tiempo, nos hicimos amigos.

Masa es profesor de inglés en un colegio privado católico en Himeji. Hace relativamente poco el gobierno japonés decidió reformar el sistema educativo a la hora de enseñar inglés. Porque al contrario de lo que la gente tiende a pensar, los japoneses apenas hablan inglés. El nuevo sistema introduce la asignatura de inglés desde el primer curso de primaria tratando de darle un enfoque más práctico, tratando de desarrollar las habilidades orales frente a un enfoque tradicional más centrado en el estudio. Con el fin de mejorar su inglés hablado, Masa permaneció 4 meses en Dublín, viviendo con una familia irlandesa y estudiando en un centro de idiomas.

El 6 de Marzo de 2005 su estancia finalizó para volver otra vez a Japón. Todavía recordaba ese día al volver a verlo, la semana pasada, cuando llegamos a Himeji desde Tokyo. Todavía permanecía en mi recuerdo su adiós en Dublín, marcado por una ligera sensación de tristeza. Sabes que algo termina, y te preguntas cuando y donde volverás a ver a esa persona, o aun siquiera si volverás a verlo. Es un momento mágico y melancólico.

Pero los caminos que se bifurcan a veces también se vuelven a encontrar, como con Servando. Al volver a verlo, no pude evitar que si dibujase en mi cara una sonrisa. Y me consta que él tampoco.

Por lo demás, ha sido un magnífico anfitrión, siempre atento y considerado, propio del carácter japonés. Compartió con nosotros nuestro primer día en Japón, paseando por el castillo de Himeji y el templo de Engyo-ji. Gracias a él pudimos vivir al menos por unos días el otro Japón, el del countryside.

No olvidaré tampoco la cena en casa de su amigo Sr. Hagiwara, y sus adorables hijas. Sin duda, uno de los mejores momentos vividos en este viaje a Japón. Nos mostraron su pericia al piano, nos llevaron de la mano a la mesa y jugamos y charlamos todos juntos, con total naturalidad, como hermanos de una misma familia. Al final nos regalaron un tsuru, o grulla de papel. La grulla es símbolo de salud y prosperidad para los japoneses, pero también de paz y buenos sentimientos.




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