La flor de cerezo representa para los japoneses la transitoriedad de la vida, algo extremadamente bello que sin embargo tiene que acabar. Se trata de un concepto budista aplicado a algo tan trivial como puede ser el nacimiento de una flor. El budismo entiende la vida como una estado transitorio. Según el mismo, la vida está encerrada en el samsara, en el círculo incesante de nacimiento, muerte y reencarnación. El objetivo es alcanzar el despertar iluminado, o satori, para romper este círculo.
El sakura también es en sí mismo algo extremadamente bello y fugaz. Florece a finales de Marzo, principios de Abril, tiñendo los campos de Japón de color blanco y rosa, como un paisaje de invierno a principios de primavera. Sin embargo, este espectáculo tan bello sólo dura tres semanas. Es entonces cuando la flor cae por sí sola, otras veces agitada por el fuerte soplo del viento, como caen caen los copos de nieve en invierno, cubriendo los campos de blanco.
A los japoneses les gusta observar, o más bien sentir, florecer el cerezo. A esto lo llaman hanami, o literalmente ver la flor. El hanami es el placer o sensación de observar el cerezo, de verlo nacer y morir. Por ello, los japoneses se reúnen debajo de los cerezos durante estas tres semanas para charlar y beber abrigados por la sombra del árbol, una metáfora de la vida misma.
Observa las flores del cerezo, podrías dedicar tu vida entera a la búsqueda de una sola y no habrías desperdiciado tu tiempo....... perfectas.....simplemente perfectas
No hay comentarios:
Publicar un comentario