martes, marzo 04, 2008

Cerezo en invierno

Acabamos de entrar en Marzo, y ya hace un par de semanas ha florecido el cerezo. En la calle donde vivo, justo a la salida de mi portal, hay un par de ellos.

Frente a la monotoneidad de los días, que se suceden uno detrás de otro, las flores de las cerdeiras me han traído, instantáneamente, bellos recuerdos. Recuerdos de que hay algo más que los días, algo más, más allá a lo lejos. Y que incluso lo sublime puede esconderse en las cosas más pequeñas.


Cerezo, ahora el viento de invierno agita tus ramas,
las sacude, y envuelve en su manto frío
cientos de flores, joviales y vivas.

Son flores efímeras, flores que prefieren irse
a marchitarse en la rama (de algún viejo árbol).

Y en un día soleado, el cielo se cubre de copos, rosados y blancos,
copos que bailan caprichosamente al son del viento.
No hay melodía, no hay canción, pero sí armonía.

La danza es en vano, y tú lo sabes,
porque en este juego, en este forcejeo continuo
entre los dos amantes, siempre gana el viento,
que te empuja hacia abajo, que te lleva hasta el suelo.

No hay comentarios: